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EL PORDER DE LAS DECISIONES

Por: Pam

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Me atrevo a iniciar esta publicación, esperando que sea la 1° de muchas, con el principio del libro “Ontología del lenguaje” de Rafael Echeverría:

“No solo actuamos de acuerdo a cómo somos, (y lo hacemos), también somos de acuerdo a cómo actuamos. La acción genera ser. Uno deviene de acuerdo a lo que hace”

Lo que me lleva a conectar este principio con un capítulo de la 2° temporada de la serie “The Crown” titulado “Vergangenheit”[1], el cual recomiendo ver para comprender un poco más la idea de esta publicación.

Quien ha tenido la oportunidad de ver la serie recordará que se habla en todo momento de las decisiones que se deben tomar y cómo repercutirán sobre diferentes ámbitos. Dicho capítulo profundiza en toda materia, dejando al descubierto el actuar del ser humano en su más primitivo instinto, determinando graves consecuencias cuándo no “vemos” más allá de los propios intereses y nos dejamos guiar por el rencor, la irá, el miedo y sobre todo el ego.

 

Entrando en materia y a un nivel más personal, es importante preguntarnos ¿por qué actuamos como lo hacemos? Dicha respuesta debe ser sincera para con nosotros, ya que no podemos responder con lo que se ve, debemos profundizar con el objetivo de entender que dicha actuación fue realizada por la decisión que en algún momento se tomó con el fin de obtener posibilidades de resolver un conflicto interno, que nos originó pensamientos y emociones.

Día con Día, minuto a minuto,  tomamos decisiones, que van desde el hecho de levantarnos de la cama hasta acciones más complejas como trabajar, casarse, tener hijos o simplemente no hacer nada. Claro, escribirlo o decirlo en este momento suena fácil y sencillo ¿pero lo es? ¿Estamos tomando en cuenta las repercusiones que cada decisión tiene? No solo para nosotros, sino para nuestros círculos o ¿cómo dichos actos tendrá afecciones en nosotros? y ¿seremos capases de asumir la responsabilidad?

Al tomar decisiones recordemos que actuamos, terminando quienes somos y esto es gracias al dialogo que tenemos con nosotros mismos, el cual permite que generemos emociones que nos impulsan a una acción. Por eso es muy importante identificar este dialogo y lo que provoca.

En muchos de los casos las decisiones pueden o no ser analizadas pero al final el decidir nos ayuda a poner fin a un acontecer o que este se prolongue, derivando en una serie de consecuencias y decisiones que requieren nuevamente de un dialogo interno que da lugar a una cadena infinita en donde la persona se tiene que responsabilizar en algún momento. 

¿Pero en qué momento nos responsabilizamos de las decisiones tomadas? ¿Realmente nos percatamos de estas para ser responsables de nosotros mismos y aceptar el efecto que tienen en nosotros?

Como seres capases de razonar y comprender, es importante que entendamos que al decidir una u otra situación afectamos nuestra propia existencia, la cual con el tiempo pretende subsistir con éxito, pero sino se analizan las afectaciones lo único que sucederá es que se verá mermada, originando obstáculos que no permitan una evolución adecuada en algún momento. Por esto es importante tomarnos el tiempo necesario para definir lo que es importante, lo que ya no debe tener un valor particular o especial, lo que debe ser totalmente desechado, lo que solo debe ser y lo que realmente aporta a la causa.

El poder de decisión se encuentra en lo más profundo de cada persona y debe empatar con los objetivos o metas a realizar, si en algún momento estos no empatan, se debe hacer un balance que nos responsabilice de nosotros mismos y que nos permita accionar de manera correcta el poder de decisión.

Entonces para que esto suceda debemos preguntarnos y observar. Por lo que propongo contestar las siguientes preguntas:

  • ¿Qué pensamientos tengo? y ¿Qué los origina?

  • ¿Qué emociones tengo? y ¿Cómo me hacen sentir?

  • ¿Qué opciones tengo?

  • ¿Cuál o cuáles son las mejores opciones a tomar? y ¿Por qué?

  • ¿Cómo mis valores y principios no se verán afectados?

  • ¿Cómo afecto a otros?

  • ¿A corto, mediano y largo plazo cómo me afectará la decisión a tomar?

  • ¿Estoy dispuest@ a enfrentar las consecuencias?

Ahora bien, entandamos que las decisiones por si mismas no son buenas ni malas solo son, lo que estas pueden llegar a ser es egoístas para con nosotros mismos o el resto de las personas. Siendo justo aquí donde el actuar con segundas intenciones o intenciones ocultas ponen en riesgo la integridad, afectando la propia percepción de las acciones y desvalorizando lo que realmente tiene importancia.

Conforme pasa el tiempo le damos la importancia a diferentes puntos de nuestra vida, los cuales van cambiando en su grado de importancia, gracias a la madurez y la historia personal. Siendo la historia personal el primer motor para tomar la mayoría de las decisiones, dejando en ocasiones anulado el crecimiento integral de la persona, afectando las decisiones a tomar, porque se nubla la visión del “todo”.

Una vez siendo conscientes de quienes somos cada uno, lo que nos mueve, lo que va cambiando, lo que reprimimos o lo que nos acciona en positivo, el poder de decisión se vuelve claro así como la responsabilidad que tenemos para con nosotros y el entorno.

“Somos las decisiones que hemos tomado”

 Los puentes de Madison.

Sisu Post México

Cambio Positivo 

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